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En el extremo oriente de la Sierra Norte de Puebla se yergue el sitio prehispánico Tetelihtic, en cuyos orígenes y significados se ha adentrado un proyecto arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), cuya primera etapa, realizada en colaboración con el Gobierno del Estado de Puebla, el Ayuntamiento de Teteles de Ávila Castillo (administración 2021-2024) y la asociación civil Tzoncoyotl, ha indagado en la relación de su pirámide principal con la estrella Canopus, y su posible vínculo con la diosa nahua Nantehuitz, “nuestra madre del sur”.
Los resultados de una década de investigación en este asentamiento, iniciativa que coordina el arqueólogo Alberto Diez Barroso Repizo, se revelarán en un museo de sitio que impulsa el Centro INAH Puebla, a la par que avanza la consolidación de las estructuras que integran su Gran Plaza, aquellas que por largo tiempo los habitantes del municipio de Ávila Castillo conocieron como “Los cerritos”.
Descubrimientos que tuvieron lugar en la presente temporada de campo en Teteles, cuyo vocablo significa “montículos de tierra”, parecen corroborar algunas de las hipótesis planteadas por el proyecto, como el hecho de que aquí podrían encontrarse los principios de la cultura totonaca, la cual floreció en esta región serrana y en el norte de la costa del Golfo de México.
“Tetelihtic tuvo su mayor apogeo entre 200 a.C. y 100 d.C., en el periodo Formativo Terminal, pero luego vino una desocupación de más de cuatro siglos. Sin embargo, tenemos indicios de su reutilización en el Epiclásico, entre 650 y 900 d.C., como la presencia de cerámica del tipo Maxtlaloyan y la localización de un pozo en la Estructura 2, el cual debió ser excavado por un grupo totonaco para honrar a los antepasados y al lugar de origen.
“Dentro del pozo había una ofrenda con restos de carbón, tiestos cerámicos y el fragmento de una palma que representa a una serpiente. La palma es, junto con el yugo y el hacha, un tipo escultórico que caracteriza a la cultura totonaca”, señala el investigador del Centro INAH Puebla.
El titular del Proyecto Arqueológico Teteles de Ávila Castillo explica que el estilo arquitectónico del centro ceremonial lo emparenta con la región Huasteca. Esto, aunado a su conversión siglos después en un sitio de peregrinaje y veneración, “nos hace sostener la hipótesis de que los pobladores originales de Tetelihtic eran antepasados de los grupos totonacos que se constituyeron en Yohualichan (Cuetzalan, Puebla) y en El Tajín (Veracruz)”.
Reportado por vez primera en 1939, por el filósofo, político y sindicalista poblano Vicente Lombardo Toledano, este sitio arqueológico comenzó a estudiarse de forma sistemática en 2014, luego que el INAH, órgano de la Secretaría de Cultura federal, con apoyo de la asociación civil Tzoncoyotl, adquiriera tres de las nueve hectáreas sobre la que desplanta el recinto sagrado.
El objetivo de la reciente temporada, en la que participaron los arqueólogos Joshué Baal Soto Vargas, Gibrán Alejandro Martínez González, Felipe Muñoz Díaz, José Antonio Álvarez Ramírez, Alexis Daniel Rodríguez Olivares y Alejandro Pineda García, fue la intervención de las estructuras 1 y 2, las cuales por años fueron usadas como banco de material y para el paso de ganado.
Con apoyo de 25 trabajadores de la zona, el equipo arqueológico retiró la cubierta vegetal de las fachadas norte y oeste de ambas estructuras, para intervenir por completo esas caras que convergen en la Gran Plaza ceremonial.
Una vez excavadas las caras de los montículos, se pudo apreciar que la Estructura 2, con 4 metros de altura y 50 metros de largo por 27 de ancho, era la mejor conservada. En tanto, la Estructura 1 o pirámide principal, de planta cuadrangular (52 metros por lado) y 12 metros de altura, tenía afectaciones mayores.
A partir de estas exploraciones, también se ha confirmado que la traza original de Tetelihtic y la orientación de sus estructuras piramidales se basan en el conocimiento acerca de los astros. Mientras, la Estructura 1 se alinea con la aparición en febrero de la segunda estrella más brillante del cielo nocturno, Canopus, hecho que indicaba el inicio del calendario mesoamericano, la Estructura 2 era parte de un conjunto arquitectónico destinado a la observación del curso solar.
En este sentido, el director del Centro INAH Puebla, Manuel Villarruel Vázquez, destaca el apoyo brindado por el gobernador de Puebla, Salomón Céspedes Peregrina, “a la preservación de la historia de la entidad y al trabajo en conjunto para la generación de mejores oportunidades para todos, esperando la conservación permanente de los basamentos —al menos, 16 montículos de diversas dimensiones— que integran el centro ceremonial, para una posible futura apertura como zona arqueológica en la entidad”.
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