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El INAH promueve la preservación de Nahualac, vestigio prehispánico asociado al culto de deidades del agua

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Con el objetivo de conminar a la población al cuidado y preservación del sitio arqueológico Nahualac, ubicado en la ladera oeste del volcán Iztaccíhuatl, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dependencia de la Secretaría de Cultura federal, colocó una cédula introductoria en dicho lugar vinculado al culto al agua, en tiempos prehispánicos.

La acción deriva del Proyecto Arqueológico Nahualac, el cual se realizó de 2016 a 2023, informó la investigadora de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS), Iris del Rocío Hernández Bautista, al referir que, en 2024, “tuvimos la oportunidad de ampliar la investigación, la cual denominamos Los templos del agua en el México antiguo: contextos arqueológicos y ritualidad acuática”, con la cual se analizarán otros cuerpos de agua con evidencia de actividad ritual, para generar una publicación comparativa del territorio nacional.

Nahualac se compone de dos áreas: la principal, donde se ubicó la cédula, consta de un estanque estacional, ubicado a 3,890 msnm, que contiene un tetzacualco (adoratorio), el cual, al estar anegado la mayor parte del año, no ha sido excavado, por lo que se desconoce su temporalidad y filiación étnica, “aunque los datos arqueológicos indican que pudo estar relacionado con los grupos chalcas: Tlalmanalco, Amecameca, Xico y Chalco”, explicó la arqueóloga.

La segunda área descansa al sureste del estanque, en un valle de manantiales, donde se han encontrado ofrendas y otros materiales, cuya mayoría pertenece al periodo Posclásico Temprano (750-1200 d.C.).

La señalética, colocada el 24 de septiembre de 2024, contiene un mapa, una ilustración que representa una escena hipotética del culto en el sitio, así como la interpretación arqueológica, resultado de varios años de investigación, resaltó Hernández Bautista.

Aunado al objetivo de promover el cuidado del tetzacualco y sus alrededores, la investigadora aseveró que se busca informar al público sobre la importancia ecológica de este humedal, y crear conciencia en torno al patrimonio cultural.

Destacó que, debido al saqueo del valle de manantiales, más de 90 por ciento del material arqueológico, recuperado de las excavaciones, está dañado o roto, por lo que se trabaja para unir los fragmentos y determinar el tipo de pasta cerámica que compone cada objeto, para después realizar un estudio comparativo con material cerámico de la región.

La arqueóloga indicó que, aunque este templo no es un sitio arqueológico abierto al público de manera oficial, recibe la visita de muchas personas, lo que pone en riesgo la integridad de los vestigios, por lo que esperan que la cédula introductoria contribuya a que quienes llegan al lugar respeten las normativas establecidas para su preservación, como evitar fogatas y campamentos en la zona; no subirse al templo o a los montículos de rocas que lo rodean, ni mover las piedras de la estructura; no raspar los troncos de los árboles; no dejar basura, no excavar, no contaminar el agua, no ingresar al sitio en vehículo y no realizar grafitis en las rocas.

Al tratarse de un lugar agreste y de difícil acceso, detalló, no es posible custodiar el sitio arqueológico de manera permanente; sin embargo, especialistas del INAH lo monitorean periódicamente.

Con relación al simbolismo en torno al templo, Hernández Bautista subrayó que se piensa que “fue un sitio de culto acuático relacionado con personas especialistas en rituales, denominados nahuales, en Chalco. Tal vez fue una representación, a escala reducida, de un tiempo-espacio mítico, el inicio o la creación de la Tierra o del mundo”, otra propuesta, es que sea una maqueta ritual del lago de Chalco y la isla de Xico.

Nahualac debe interpretarse a través de su paisaje, porque es un sitio con una carga simbólica amplia por la presencia de ofrendas, asociadas a las deidades telúricas y acuáticas, como Tláloc, dios de la lluvia, o Toci, Chicomecóatl, Chalchiuhtlicue y Tlazoltéotl, diosas femeninas de la fertilidad, el maíz, el agua y la tierra.

La iniciativa de la cédula y la investigación han tenido el apoyo de las comunidades de Tlalmanalco y Amecameca, así como de las autoridades municipales y del Parque Nacional Iztaccíhuatl Popocatépetl; de la Policía de Alta Montaña de la Secretaría de Seguridad del Estado de México y el equipo de Rescate Agreste; de investigadores del INAH, de la Universidad Nacional Autónoma de México, del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías, y de estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, así como del servicio de guías de montañas, Coyotes 4×4 y la Asociación Sacromonte Chalchiumomozco AC.

Cabe destacar que para la elaboración de la cédula se tuvo apoyo de la Dirección de Operación de Sitios (DOS) del INAH, encabezada por la arqueóloga Vania Carrillo Bosch, como área técnica en materia de cedulario y señalética institucionales, en coordinación con la Subdirección de Infraestructura y Señalización. El mobiliario se elaboró en el taller de señalización de la DOS.

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