Visitas: 44
A poco más de siete décadas de su excavación y consolidación, por parte del arqueólogo Alberto Ruz L’huillier, el denominado baño de vapor del Palacio, el conjunto arquitectónico más complejo de la Zona Arqueológica de Palenque, en Chiapas, volvió a ser motivo de exploraciones, esta vez a cargo de los investigadores españoles Ana García Barrios y Jesús Adánez Pavón.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Proyecto Arqueológico Palenque (PAP), colaboró en tales trabajos, centrados en el registro y documentación mediante fotogrametría de dicho espacio, así como en la identificación de elementos propios de los baños de vapor en la tradición maya, e indagar en su secuencia constructiva y posibles remodelaciones.
A una semana de haber cerrado la excavación, García Barrios y Adánez Pavón, profesores de las universidades Rey Juan Carlos y Complutense de Madrid, respectivamente, presentaron los resultados preliminares en el 12° Congreso Internacional de Mayistas, organizado por el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, a través del Centro de Estudios Mayas.
La intención de ejecutar estas tareas en el baño de vapor surgió tras las excavaciones recientes del PAP, coordinado por Arnoldo González Cruz, en las cuales se identificaron estanques y otros elementos relacionados con el manejo hídrico, en el patio sureste del Palacio.
Por esta razón, se volvió al baño de vapor, el cual excavó y reconstruyó Ruz, en 1951. Se trata de un edificio reducido localizado en el patio suroeste, aledaño a la Casa E y flanqueado por las casas H e I.
Su estructura mide 13.80 metros de longitud, con tres vanos de acceso, compuesta por un espacio de galería y dos cuartos, de escasa altura interior (máximo dos metros en algunas zonas), cerrado por una bóveda maya; de ahí la dificultad de obtener imágenes fotogramétricas, las cuales fueron procesadas por el integrante del PAP, Luis Torres.
Los investigadores destacaron que Alberto Ruz nombró como baño de vapor o temazcal a los dos cuartos ubicados en el extremo oeste, ambos con pisos de lajas, uno de ellos, el denominado 2, con desagües circulares y un vano de acceso con escalón.
Sin embargo, en esta excavación, “no se advirtieron huellas de quemazones. Por tanto, no podemos confirmar que el baño de vapor del Palacio funcionase como tal, por esa falta de elementos de producción de calor, los cuales sí aparecen en el del Grupo B de Palenque, donde queda claro el lugar donde se calentaban las piedras, para luego arrojarles agua y producir el vapor, que también se han registrado en sitios como Piedras Negras, Edzná y Oxkintok”.
De acuerdo con Ana García Barrios, el baño de vapor, referido como “casa de las nubes” en el Tablero del Templo de la Cruz de Palenque, fue el espacio predilecto de sacerdotes y nobles, donde el vapor era el componente principal para reproducir ambientes de humedad y niebla, asociados a las cuevas: “se utilizaron no solo para la limpieza de las personas, sino para recrear el nacimiento de los dioses, cuyas representaciones eran purificadas en estos lugares”, explicó.
En las exploraciones en el baño de vapor del Palacio, “lo primero que nos topamos al excavar el Cuarto 1, bajo 10-15 centímetros de limo, fue el enlajado, similar al del Cuarto 2, que ya era conocido. Es un enlajado dispuesto sobre un firme de cal que conducía el agua hacia el cuarto 2, a través de una abertura trapezoidal. Por debajo del desplante de los muros, y perteneciente a un momento anterior, se encontró un canal que aún no hemos excavado”, abundó Jesús Adánez.
Un descubrimiento significativo fue un depósito ritual bajo el corredor que conecta con la Casa E, el cual contenía restos abundantes de caracoles de río de distintas familias y otros animales acuáticos, como tortuga blanca, “uno de los alimentos favoritos de la nobleza palencana”; así como un par de huesos de pie humano: un calcáneo y una falange raspada.
Además, se halló material lítico, como obsidiana y fragmentos revueltos de platos trípodes, cajetes y vasos, cuyos tipos cerámicos permiten brindar una cronología tentativa del depósito hacia 750-800 d.C., aunque se desconoce si fue colocado en un ritual de iniciación o remodelación del espacio.
Concluyeron que, si bien, aún no es posible afirmar que el baño de vapor del Palacio fuese tal, “pensamos que guarda relación con ceremonias y prácticas en las que el agua era fundamental, por lo que una búsqueda en el registro etnográfico sobre estos rituales podría sofisticar nuestra visión”.