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Poza Rica de Hidalgo

Un breve festejo bajo un quemante sol

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Un breve festejo bajo un quemante sol
Un breve festejo bajo un quemante sol

Un festejo breve. Un sol quemante.  Tres sonrientes muchachos, estudiantes de la secundaria general 2, llegaron a las 13: 13 horas al reloj de la Paz, caminaron por la Avenida Puebla con sus banderas y sus camisas negras de la selección mexicana de futbol. Cruzaron Ruiz Cortines. En la glorieta del reloj dijeron que vieron, emocionados, el partido de México contra Camerún en su escuela en el que los verdes ganaron 1 a 0.

Luego llegó un mariachi con una guitarra. Al rato, una señora con un niño de unos tres años. Después unos chicos que bajaron de una camioneta. Todos cantaron el “Cielito Lindo”, otros aficionados daban vueltas alrededor de la glorieta. Unos más, vestidos de verde, miraban desde 20 de Noviembre como el desnutrido grupo intentaba un festejo más o menos decente pero fracasaba.

Un breve festejo bajo un quemante sol
Un breve festejo bajo un quemante sol

Minutos más tarde llegaron tres vehículos llenos de aficionados, de las ventanillas sobresalían los brazos que sostenían banderas de México. Se quedaron un momento y se alejaron. El calor era insoportable. El cielo despejado dejaba caer, sin piedad, los rayos del sol como una lluvia de dardos.

Un breve festejo bajo un quemante sol
Un breve festejo bajo un quemante sol

Los chicos de la camioneta se retiraron después de la segunda canción: “México lindo y querido”. Después se fue el mariachi. La señora con su niño pequeño ya lo había hecho antes. Los mirones en 20 de noviembre, en Puebla y en Ruiz Cortines, que no se atrevieron a integrarse al festejo, poco a poco fueron desapareciendo, sólo quedó el sol.

Un breve festejo bajo un quemante sol
Un breve festejo bajo un quemante sol

Eran casi las dos de la tarde cuando los tres chicos de la secundaria general 2, con sus banderas, sus camisas negras y sus caras largas, decidieron retirarse. Parecía como si la selección de futbol de México hubiera perdido en Brasil. Estos chicos habían sido los primeros en llegar y los últimos en irse del Reloj de la Paz, escenario de un triste, breve festejo.

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