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Es la Navidad una fecha de unión, tranquilidad y convivencia, pero en algunas ocasiones esa emoción y felicidad le da la vuelta y provoca otras reacciones en las personas. Como es el caso de la depresión navideña.
Como Gabriela quien desde la década de los 90 sufre este padecimiento “A mí me afecta el frío, me inmoviliza y el hecho de no tener a quien porque todo el mundo está ocupado en su entorno familiar, me limita las posibilidades de salir del estado anímico si tengo suerte y lleno la agenda, que es lo ahora hago, ya la libre si no, cada día se vuelve asfixiante por la falta de contacto humano” dice.
La depresión navideña es un fenómeno Grinch o trastorno efectivo emocional no lejano de la realidad. Esta reacción se da a finales del año, ya que se evalúan las metas obtenidas pero sobre todos las fracasadas, asociando los pensamientos del pasado, la nostalgia y aumenta así la depresión. Además la autoestima es un factor muy importante en estas circunstancias, los recuerdos familiares de aquellos que se fueron durante el año, rupturas amorosas, factores económicos, fracasos laborales y sociales.
Sin embargo, hay personas que se pierden en el alcohol, las drogas agravando a profundidad su sentir, llegando a intentos suicidas. Notablemente ante estos casos de depresión navideña son frecuentes que existan síntomas como; tristeza y llanto sin razón durante el mes de diciembre, irritabilidad, falta de energía, falta de concentración, pensamientos negativos, pérdida o aumento de apetito o de sueño, desanimo para el aseo personal, el alejamiento con la sociedad.
Para Gabriela lo importante es convivir con las personas a su alrededor y también se recomienda no estar sólo y realizar actividades diveras para mantenerse ocupado.