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Poza Rica de Hidalgo

La Fiesta en el Panteón

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El sol estaba en todo su esplendor, el reloj marcaba el medio día, las familias se empezaban a congregar en el panteón Santísima Trinidad iban a visitar a sus familiares a aquel Campo Santo que cada año se llena de flores de Cempasúchil.

La entrada estaba abarrotada de comerciantes que vendían flores, sombrillas, coronas y hasta comida, todo lo necesario para esta fecha en que se recaudan según la tradición a los Fieles Difuntos.

El cementerio era una fiesta, se sabía porque ya sonaba una canción «Guapachosa», esa que suenan en todas la celebraciones y que pone a bailar hasta al más desanimado, algunas de las tumbas lucían adornadas de flores en otras se podía ver el abandono sólo se apreciaba monte y suciedad.

Unos metros más adelante se podía escuchar «Mi querido viejo» esa canción que enchina la piel a cualquiera, era un trío el que la cantaba; ese mismo grupo que una vez que terminó de tocar ofrecía » Amor Eterno» del Divo de Juárez, a todos visitantes, buscaban ganarse unos pesos.

El camino era empinado y hacia que muchos llegaran a la cima bañados en sudor, algunos hacían pausas para refugiarse en la sombra y descansar un momento los más jóvenes la subían sin renegar, las nubes por momentos se apiadaban de aquellos que no llevaban sombrilla, ni sombrero.

Entre risas un hombre y una mujer que vestían de azul colocaban flores a una tumba, en el otro extremo una mujer usaba sus dedos para comerse un tamal. Desde esa cima se podía ver la mayor parte del cementerio, el tráfico y también el Complejo Procesador de Gas de nuestra ciudad.

Una niña inquieta que vestía de rosa, preguntó a una joven que tomaba fotos y a su acompañante ¿Quieren ver los huesos de un muerto?, A lo que ellos respondieron que sí, ella fue la guía los llevó hasta una tumba vieja abandonada que no tenía protección y que dejaba al descubierto un cadáver no se sabía si era hombre o mujer, por que el tiempo lo había borrado todo.

El calor era insoportable, el señor de las aguas lo sabia, luego de haber dado tres vueltas con su termo, ya había vendido 100 botellas de agua y refrescos a 10 pesos a los visitantes, había buena venta afirmó a dos periodistas que lo cuestionaron.

El día aún era largo, en la entrada un cura oficina la misa, que como cada año se realizara en memoria de los Fieles Difuntos, los creyentes comían la ostia, la gente seguía llegando, eran casi las 14:00 horas, en el panteón la fiesta apenas iniciaba.

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