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Investigaciones sobre un enterramiento múltiple de Uxul, en Campeche, dan forma a una exposición inédita

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Fruto de un par de proyectos arqueológicos y de conservación, efectuados en torno al descubrimiento de las osamentas de cerca de 20 individuos, registrado hace 11 años, el 4 de julio de 2024 abrirá la exhibición temporal El entierro múltiple de Uxul y el fenómeno de la violencia ritual, en el Museo de Arquitectura Maya, Baluarte de Nuestra Señora de la Soledad, en el Centro Histórico de Campeche.

 

Se trata de uno de los conjuntos de restos humanos mejor preservados de todo el mundo maya, el cual ha permitido reconstruir una forma de violencia asociada con la toma de prisioneros de guerra en la época prehispánica.

 

La exposición inédita es organizada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y del Centro INAH Campeche, y presentará por primera vez a la comunidad científica y al público en general el conocimiento derivado de las citadas investigaciones.

 

En 2013, en el marco del Proyecto Arqueológico Uxul, codirigido por los arqueólogos, Nikolai Grube, de la Universidad de Bonn, Alemania, y Antonio Benavides Castillo, del Centro INAH Campeche, el arqueólogo Nicolaus Seefeld descubrió los referidos restos óseos, así como de varios animales, al fondo de una cavidad que, después de servir como depósito de agua, fue convertida en lugar de enterramiento, en este sitio arqueológico del sur de la entidad.

 

Las condiciones excepcionales de conservación permitieron documentar y analizar elementos óseos y tejidos orgánicos que rara vez se preservan en el área maya. Asimismo, se emprendió un amplio proyecto de conservación, dirigido por Seefeld, en colaboración con la restauradora Leticia Jiménez y especialistas de la Sección de Conservación del Centro INAH Campeche, el cual ha permitido preservarlos sin borrar las huellas de violencia física de las que fueron objeto.

 

El objetivo de este segundo proyecto fue mejorar las condiciones de conservación del singular hallazgo y hacer posible su exhibición pública.

 

El estudio de los huesos, base del guion científico

Desde el primer momento de la exploración, se observó que, probablemente, las personas que yacían en la cavidad habían sido matadas, desmembradas y depositadas, durante el siglo VII d.C. Los esqueletos no se encontraron en su articulación anatómica natural, pues piernas y brazos fueron cercenados y casi todos los cráneos estaban dispersos en el lugar, separados de sus torsos.

 

Para conocer el origen de los individuos y motivos de su muerte, entre 2018 y 2021, el arqueólogo Seefeld desarrolló un proyecto de investigación, autorizado por el Consejo de Arqueología del INAH, y financiado por la Fundación Gerda Henkel, de Alemania, el cual contempló un análisis de los elementos óseos y reveló que, además de los restos de, al menos, 14 hombres y una mujer, la tumba contenía los de varios adolescentes, un infante de 18 meses de edad y un neonato.

 

El análisis osteológico identificó marcas de corte y traumatismos en todas las partes corporales, las cuales reaparecen de manera idéntica y en las mismas posiciones anatómicas, lo que sugiere que las personas enterradas fueron desmembradas y descarnadas en un proceso sistemático y en un solo evento.

 

Además, la mayoría de las partes corporales fueron expuestas a una fuente de calor indirecta, de aproximadamente 200° C., evitando intencionalmente su calcinación.

 

Posteriormente, los restos se depositaron simultáneamente en el fondo de la cavidad, sin ofrenda alguna, cubiertos con una tosca masa de grava y, finalmente, sellados con una capa de barro, la cual no muestra alteraciones posteriores, hasta su hallazgo en el siglo XXI. Cabe destacar que los cuerpos de los animales no fueron desmembrados ni expuestos a una fuente térmica, pero algunos tienen evidencia de haber sido preparados como alimento.

 

Cautivos de guerra

Estudios isotópicos adicionales en muestras de esmalte dental revelaron que la mayoría de los individuos crecieron en una región ubicada a 150 kilómetros al sureste de Uxul, en el área del Usumacinta, en el actual estado de Chiapas.

 

Los resultados obtenidos permitieron conclusiones más precisas sobre la identidad de las víctimas y las posibles razones de su fallecimiento: a la luz de las prominentes representaciones gráficas de violencia ritual en el periodo maya clásico, una probable explicación para este evento es que la mayoría de los “migrantes” enterrados habrían pasado su infancia en las Tierras Bajas Mayas del sur, trasladándose posteriormente, como cautivos, a la distante región de Uxul, en el contexto de un probable conflicto bélico.

 

El estado de conservación de los restos humanos recuperados es particularmente bueno, debido a que la exposición al calor y la retracción de los tejidos blandos causaron la deshidratación de los cuerpos, mientras que el sellado con la capa de barro los protegió de la humedad y el oxígeno. Huesos hioides (ubicados entre el cráneo y las cervicales), y largos de un neonato, el esqueleto casi completo de un infante y un punzón de madera, fueron hallados en perfecto estado.

 

Con el fin de transmitir de forma más accesible los resultados del hallazgo, próximamente estará disponible un catálogo, a través de una base de datos electrónica de acceso abierto. Esta herramienta de investigación integrará el contexto arqueológico del entierro y los hallazgos documentados, y contará con herramientas avanzadas de visualización.

 

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