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A un año de su repatriación, la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), está por concluir la intervención del Portal al Inframundo. El bajorrelieve retornará en el mejor estado de conservación posible a su terruño, Jantetelco, en Morelos, que lo vio salir, mutilado y en la clandestinidad, hace más de cuatro décadas, tras haber permanecido 2,700 años en las paredes del cerro de Chalcatzingo.
Desde finales de abril de 2024, el Museo Regional de los Pueblos de Morelos, Palacio de Cortés, dirigido por Rodolfo Candelas Castañeda, ha sido anfitrión de un equipo de especialistas de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), supervisado por el restaurador perito Juan Manuel Rocha Reyes, que ha efectuado diversos tratamientos in situ para brindar mayor estabilidad y una lectura visual coherente al también llamado Monumento 9.
El público visitante ha observado realizar a los expertos en restauración de materiales pétreos Diego Jáuregui González y David Vega García, asistidos por los técnicos en conservación Ascensión Muñoz Vázquez y Edgar Ponce Trejo, distintos procedimientos para eliminar intervenciones previas inadecuadas y consolidar los deterioros del coloso de una tonelada y más de 1.80 metros de altura, con materiales más compatibles.
La titular de la CNCPC, María del Carmen Castro Barrera, puntualiza que la ejecución ha contado con el respaldo financiero del gobierno de Suiza, mediante su embajada en México y su Oficina Federal de Cultura, un aliado que les ha permitido preservar otros patrimonios no menos valiosos, como una milenaria tumba mixteca en la comunidad de Santiago Tillo, en Nochixtlán, Oaxaca; y, en la actualidad, atender, en los talleres de la CNCPC, pinturas de caballete de gran formato del Templo de San Fernando, en Ciudad de México.
Sobre el Portal al Inframundo, recuerda su pasado reciente: “los traficantes de arte que lo sustrajeron, lo fracturaron en 25 pedazos; asimismo, se debilitó cuando recortaron su espesor original, pues cabe recordar que el bajorrelieve formaba parte de un discurso iconográfico mayor en una de las paredes del cerro de Chalcatzingo.
“Algunos elementos que lo integran son originales, pero otros, como una estructura metálica a base de pernos, refuerzos de cemento y reposiciones de faltantes y formas, se agregaron para darle estabilidad de nuevo, aunque las técnicas y materiales no fueran los más adecuados. Esto lo observamos a través de radiografías, pero con una lectura parcial, dado que los rayos X no penetran lo suficiente por la composición y estructura de la piedra”, detalla Castro Barrera.
El equipo de la CNCPC corroboró que el Monumento 9 de Chalcatzingo se encuentra en condiciones estables y, en ese sentido, se optó por mantener la estructura metálica de la parte posterior y la base museográfica con que cuenta, en virtud de que cumplen una función estructural, y cualquier perforación para retirarlos generaría vibraciones.
Al respecto, la directora de Conservación e Investigación de la CNCPC, Ana Bertha Miramontes Mercado, indica que, luego de una fase de registro e investigación, la intervención comenzó con una limpieza y el uso de solventes para reblandecer adhesivos y resanes, lo que facilitó el retiro de polvo y sales, y delimitar los componentes originales de las intervenciones.
El equipo que realiza la intervención eliminó capas de yeso que se utilizaron para dar volumen, sustituyéndolas por morteros a base de cal y otros agregados compatibles con el material original, los cuales brindan un acabado más fino y permiten una lectura más fiel de los motivos iconográficos.
La colaboración de los arqueólogos Carolina Meza Rodríguez y Mario Córdova Tello resultó fundamental en esta etapa, al aportar datos sobre las representaciones del monumento: una criatura fantástica con las fauces abiertas, formadas por una secuencia de tres bandas de forma cruciforme y motivos a manera de colmillos. Dos gotas de agua aparecen sobre sus ojos, cuyas pupilas reproducen la cruz olmeca. Cada esquina del rostro remata con una flor de bromelia, símbolo del asentamiento preclásico (700-500 a.n.e.).
Estas formas geométricas y naturalistas fueron cuidadas a detalle, resalta Miramontes Mercado al comentar que “nos dimos cuenta de algunos trazos que sobresalían un poco más, respecto del original, y completamos otros, como franjas y óvalos en par, que aparecen en varias representaciones olmecas de Chalcatzingo, los cuales, en su momento, fueron integrados, erróneamente, como un elemento singular. Era importante afinar estos motivos iconográficos.
“En resumen, se fortaleció la estabilidad estructural del Monumento 9, se garantizó que las nuevas intervenciones son compatibles con el material original y, en esta parte última, efectuamos la recuperación iconográfica y la integración estética, en textura y color, para que el público visitante tenga una lectura correcta del Portal al Inframundo”, finalizó la conservadora.
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