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Al momento de su arribo a Tenochtitlan, los terrenos ganados al lago, ya sea para el cultivo o para la construcción de viviendas y templos, fueron uno de los aspectos que más intrigaron y maravillaron a los españoles. Y aunque a menudo el origen del sistema chinampero se asocia con la época de los mexicas, en realidad se trata de una práctica cultural de muy larga data.
Con miras a pormenorizar los orígenes, el modo en que se erigen, sus diferentes evidencias arqueológicas y los productos que de ellas se obtienen desde tiempos prehispánicos y hasta nuestros días, el reciente número de la revista Arqueología Mexicana está dedicado a “Las chinampas de la Cuenca de México”.
La publicación, coeditada por la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y Editorial Raíces, presenta un dosier con seis artículos de la autoría de renombrados investigadores mexicanos y extranjeros, sobre dicha temática.
Con ilustraciones artísticas y fotografías de archivo, el primer artículo explica en qué consiste este sistema fundamentalmente agrícola, usado por distintas culturas precolombinas para crear parcelas rectangulares a partir de capas de vegetación acuática, pastos, limo y sedimentos terrestres, las cuales, al estar rodeadas de canales de agua, pueden ser productivas durante todo el año.
Según se da cuenta, las chinampas más tempranas localizadas en la Cuenca de México corresponden al periodo Posclásico Temprano (900-1200 d.C.), y se han ubicado como vestigios en lo que fue el señorío de Xaltocan, un enclave de filiación ñähñu (otomí) que se asentó en una isla al centro del lago homónimo, hoy desecado.
Sus ventajas fueron adoptadas por los diversos pueblos asentados en las riberas de los grandes lagos de la cuenca: Texcoco, Chalco, Xaltocan y Zumpango. Inclusive, continúan vigentes hasta nuestros días en comunidades de las actuales alcaldías capitalinas de Tláhuac y Xochimilco.
A disposición de las y los lectores están los resultados de proyectos de salvamento arqueológico, como el realizado por el INAH, entre febrero y diciembre de 2015, en un predio colindante con la avenida Lorenzo Boturini, en la alcaldía Cuauhtémoc.
Allí, se identificaron restos de chinampas y de canales que estuvieron en uso entre los años 1300 y 1521 d.C., y que habrían pertenecido al barrio mexica de Ateponazco y a la antigua parcialidad de Teopan, uno de los cuatro grandes distritos poblacionales en los que estaba dividida la antigua México-Tenochtitlan.
También, se da cuenta del amplio proyecto de salvamento arqueológico en las obras del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, donde, además de elementos paleontológicos, se registraron restos de antiguas aldeas de agricultores y pescadores. El más tardío de dichos grupos que usaron activamente chinampas para el cultivo, fue parte del señorío ñähñu de Xaltocan.
A través de las evidencias arqueológicas y de estudios de arqueobotánica y sedimentos practicados a ellas y analizadas en laboratorios, también se abordan los diferentes alimentos que eran y aún se cultivan en las chinampas: maíz, calabaza, chía, chile, amaranto, verdolaga, tomatillo y nopal, entre otros.
El No.184 de la revista Arqueología Mexicana ya se encuentra a la venta del público.