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El INAH: 84 años de la institución que cambió el destino de nuestra herencia cultural

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El nacimiento del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) tiene tras de sí orígenes profundos y una historia larga de gestación que comenzó en un museo con sus gabinetes científicos y su producción académica. Hoy se ha convertido en una institución fuera de lo común, que día a día desempeña varias funciones simultáneamente, y gracias a la cual muchas de las herencias y valores culturales se mantienen vivos.

Nació por decreto presidencial de Lázaro Cárdenas del Río, el 3 de febrero de 1939, con personalidad jurídica y patrimonio propio. En pleno siglo XXI, la variedad de funciones que desempeña rara vez coexisten en una dependencia: un ente educativo con tres escuelas de nivel superior, que a la vez es un centro académico que cuenta con centros de investigación y laboratorios especializados; es también una autoridad y un organismo técnico y normativo para la protección del patrimonio arqueológico, histórico y paleontológico, que realiza inspecciones, asesorías, dictámenes, peritajes, atiende denuncias y aplica la ley en el territorio nacional.

Asimismo, es una entidad que se ocupa de administrar una extensa red de espacios culturales al servicio de la ciudadanía, conformada por 194 zonas arqueológicas habilitadas a la visita pública, incluida la primera de tipo paleontológico, y 162 museos de tipo nacionales, metropolitanos, regionales, de sitio, locales y comunitarios.

Las tareas del INAH se han incrementado continuamente, en correspondencia con una concepción del patrimonio cultural cada vez más inclusiva y orgánica, por la necesidad constante de identificación y registro de sitios arqueológicos, por la apertura, operación y mantenimiento de nuevos museos y zonas, por la multiplicación de las tareas de atención, protección legal y técnica del patrimonio arqueológico e histórico, por la instauración de los Centros INAH en todos los estados de la República Mexicana.

Así como por el crecimiento y catalogación de acervos y expansión de servicios de consulta en bibliotecas y archivos, por la especialización en las materias de su competencia, por las obligaciones que conlleva la atención del Patrimonio Mundial en nuestro territorio -México ha inscrito 35 sitios en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco y 10 elementos en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad-; por la cifra de visitantes nacionales y extranjeros en los espacios culturales bajo su custodia que, en 2022, superaron los 14 millones.

Los retos recientes han sido fuertes, ante los cuales el trabajo de conservación y de restauración es clave para el rescate del patrimonio dañado por fenómenos naturales, como los sismos de 2017, o ante contextos como la contingencia sanitaria por la COVID-19, la cual obligó a replantear nuevas formas de trabajo y modernizarse.

Con este bagaje de conocimiento, descubrimientos, historia y crecimiento, este jueves 2 de febrero, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el INAH festejan 84 años de investigar, conservar y difundir el patrimonio cultural de México, en el espacio que fue la primera sede del instituto, el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, en la calle de Moneda No. 13, con la presentación del libro El pueblo maya, ayer y hoy, a las 17:00 horas, posteriormente, se llevará a cabo un acto protocolario en el que se hará una entrega de reconocimientos, a las 19:00 horas.

Los orígenes del INAH

El historiador Antonio Saborit García Peña lo relata así: “Esta historia puede ubicarse en las colecciones que lograron reunir y organizar, a lo largo del siglo XIX y las primeras décadas del XX, las diversas comunidades letradas que se dieron cita en el Museo Nacional.

“El guardado de Carlos de Sigüenza y el museo de Alexandro Favián, en el siglo XVII, o el Museo Histórico Indiano de Lorenzo Boturini, el gabinete de Historia Natural de Joseph Longinos Martínez, en el siglo XVIII, el gabinete de curiosidades de Ciriaco González de Carbajal, el particular de Diego de la Rosa y Landa o el de Felipe Sánchez Solís, al inicio y al final del siglo XIX. De dichas colecciones, a raíz de la reestructuración del museo, durante la segunda mitad del siglo XIX, surgieron los primeros departamentos de Arqueología y Etnografía, y en el interior del Museo Nacional se desarrolló la antropología profesional”.

En la obra editorial conmemorativa Instituto Nacional de Antropología e Historia, 80 años, Saborit García Peña relata que la colección creció en cantidad, calidad y valor, e impulsó el lanzamiento, en 1871, de los Anales del Museo Nacional, publicación especializada dedicada a dar a conocer su colección de objetos, pertenecientes a los diversos ramos de las ciencias naturales y arqueológicas, y a hacer que una mera curiosidad se transformara en fuente para el estudio de la historia antigua y de la diversidad lingüística y cultural de las poblaciones indígenas del país.

Los Anales, junto con otras publicaciones, ahondaron en la transformación de sus salas, y el espacio museológico se encargó de concitar la creación de un ambicioso programa para la formación de los nuevos profesionales del pasado con la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americanas.

Con el tiempo, el INAH se ha convertido en la primera institución mexicana en la que se materializó y dinamizó una política cultural de Estado, con un marco legal específico y una dimensión nacional.

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