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La costumbre de pedir posadas, reconocida por el Ayuntamiento de Poza Rica como patrimonio inmaterial de la ciudad desde 2012, es una costumbre amenazada por la crisis económica, la inseguridad y el cambio cultural, de acuerdo a diferentes fuentes consultadas.
Para la directora de cultura de Poza Rica , Alma Chávez la inseguridad y los compromisos laborales de los adultos, impiden que los menores salgan a las calles a pedir posadas entre el 16 y el 23 de diciembre y esto representa la principal amenza. Nadie quiere que a los niños les suceda algo negativo.
Para la profesora Zoila Mar es claro que hay un cambio generacional y por tanto cultural en la reproducción de la costumbre por parte de los pocos niños que salen a pedir posadas.
“Muy pocos niños de mi rumbo piden posada…. y los que he visto van de dos o tres niños… no llevan un nacimiento casi que traen ahí puros muñecos que nada que ver… no cantan los coros completos y pareciera que los van correteando” se queja, frente a la costumbre de muchos menores de llevar solamente una caja de zapatos y hasta una rama y “rapear” la letanía.
En eso coincide con el publicista Ricardo Cova que lamenta que en los últimos años muy pocos niños salen a pedir posada ahora, en comparación a lo que sucedía en los años 70 y 80 en Poza Rica, cuando hasta se armaban dos o tres equipos de niños para abarcar mas territorio.
Cabe recordar que la tradición consiste en que un grupo de niños pidan casa por casa una moneda a cambio de cantar la letanía de las posadas. Con el dinero reunido el 23 de diciembre se organizaba una posada. Ahora, quienes piden posadas, si el dinero les alcanza se lo gastan, cada noche, en pizzas o hotdogs.
“Por mi colonia el año pasado sí pidieron, pero este ya no han salido”, se queja el joven empleado Juan Molina, quien ve la extinción de la costumbre al igual que Adan González, estudiante de la maestría de Trabajo Social en la Universidad Veracruzana quien afirma que en la comunidad de Escolin, Coatzintla “Desde hace 3 años no se piden Posadas por acá..pero quizás es porqué hemos dejado de trasmitir esa costumbre”
Sin embargo, hay quienes mantienen viva la tradición aunque son pocos “Sí aun salen..son muy pocos pero valoro mucho el que lo hagan” dice Sofia Nochebuena, quien trabaja en la Universidad Veracruzana y con quien coincide Adylene de la Fuente, estudiante de Ingeniería en Electrónica y Comunicaciones de la UV, vecina de Las Gaviotas “Y los niños pues casi no salieron, andan muy pocos a veces en un grupo son como tres”.
A todos les preocupa que una de las tradiciones más arraigadas de la ciudad se pierda, sobre todo que no es una costumbre que se comparta con otras localidades de la región. Como dice la directora de Cultura hace falta conservarla mediante programas que la impulsen y sobre todo investigarla más, porque no se conocen bien a bien, sus orígenes y es una tradición que nos identifica como pozarricenses.